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Estos días en Madrid (y en muchos más sitios de España) hemos tenido la visita de ese personaje tan peculiar que es la Nieve, (y digo peculiar no solo porque este fenómeno meteorológico lo sea sino porque por estos lares, léase Madrid capital, no es muy asidua) vamos a aprovechar para dar unas pinceladas blancas en este pequeño cuadro…
La nieve se forma cuando la temperatura es tan baja que el agua adquiere estado sólido. Los copos nacen cuando las gotas, al caer, atraviesan una capa de aire frío, por debajo de cero grados, y cerca del suelo. Así como la lluvia cae en gotas más o menos gruesas, la nieve baja en copos más o menos grandes que, examinados al microscopio, presentan una estructura cristalina de variadas formas, aunque lo más corriente es que adopten forma de estrella de seis puntas.
Al igual que la lluvia, la nieve también puede formarse a partir de los cristales de hielo que integren una nube. Tan pronto como los cristales comienzan a caer a través de la nube, chocan con las gotitas de nube y con otros cristales de distintos tamaños, uniéndose y formando pequeños núcleos congelados.
En invierno, cuando la temperatura al nivel del suelo es inferior a la de fusión, el conglomerado de cristales de hielo alcanza la superficie terrestre en forma de nieve. Cuando la temperatura es superior a 0° C., la nieve se funde y se convierte en lluvia. A veces ocurre que hay una capa de aire caliente inmediatamente sobre el suelo, a pesar de que la temperatura de éste se halla por debajo del punto de fusión. Por ejemplo, la temperatura de la superficie terrestre y del aire en contacto con la misma puede ser de menos 2° C., mientras que a 1.200 metros de altitud puede haber una temperatura de 3° C. En este caso, cuando los copos de nieve atraviesan la capa donde la temperatura es superior a 0°, se funden y se transforman en gotas de lluvia. Luego, a medida que éstas continúan cayendo, atravesando la capa más fría, se congelan nuevamente en parte o por entero, para alcanzar el suelo en forma de aguanieve.
La nieve se forma cuando la temperatura es tan baja que el agua adquiere estado sólido. Los copos nacen cuando las gotas, al caer, atraviesan una capa de aire frío, por debajo de cero grados, y cerca del suelo. Así como la lluvia cae en gotas más o menos gruesas, la nieve baja en copos más o menos grandes que, examinados al microscopio, presentan una estructura cristalina de variadas formas, aunque lo más corriente es que adopten forma de estrella de seis puntas.
Al igual que la lluvia, la nieve también puede formarse a partir de los cristales de hielo que integren una nube. Tan pronto como los cristales comienzan a caer a través de la nube, chocan con las gotitas de nube y con otros cristales de distintos tamaños, uniéndose y formando pequeños núcleos congelados.
En invierno, cuando la temperatura al nivel del suelo es inferior a la de fusión, el conglomerado de cristales de hielo alcanza la superficie terrestre en forma de nieve. Cuando la temperatura es superior a 0° C., la nieve se funde y se convierte en lluvia. A veces ocurre que hay una capa de aire caliente inmediatamente sobre el suelo, a pesar de que la temperatura de éste se halla por debajo del punto de fusión. Por ejemplo, la temperatura de la superficie terrestre y del aire en contacto con la misma puede ser de menos 2° C., mientras que a 1.200 metros de altitud puede haber una temperatura de 3° C. En este caso, cuando los copos de nieve atraviesan la capa donde la temperatura es superior a 0°, se funden y se transforman en gotas de lluvia. Luego, a medida que éstas continúan cayendo, atravesando la capa más fría, se congelan nuevamente en parte o por entero, para alcanzar el suelo en forma de aguanieve.
Pasando del plano de la ciencia a uno menos “frío” valga el juego de palabras, hagamos mención de un cuento de K. Kauter (1990) que nos viene al pelo:
"Dime el peso de un copo de nieve" -preguntó un pajarito negro a una paloma del bosque.
"Nada, ni un ápice" -fue la respuesta.
"Si es así, debo contarte una historia maravillosa" -dijo el pajarito negro.
"Me posé en una rama de un abeto, cercana al tronco, y empezó a nevar -no densamente en una rabiosa ventisca, no- sólo como en un sueño, sin herida alguna ni violencia. Como no tenía nada que hacer, fui contando los copos mientras caían sobre las hojas de mi rama. El número fue exactamente 3.741.952. Cuando sobre la rama cayó el siguiente copo (nada de peso, ni un ápice, como tú dices), la rama se rompió".
Dicho esto, el pajarito negro echó a volar.
Y es que todo en la vida tiene su peso y su importancia. Nada es desdeñable por muy nimio que parezca. La paloma llevaba su reflexión a un ámbito más humano y más cercano a todos nosotros apostillando que quizá tan sólo haga falta la colaboración de una persona más para que la solidaridad se abra camino en el mundo…
Como veis este artículo viene con “moraleja”, que lejos de querer enseñar nada a nadie solo pretende que nos fijemos en ese mundo de las pequeñas cosas que como hemos comprobado, no son tan pequeñas…
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El Candelario
http://www.elcandelario.blogspot.com/
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Fuentes: Canaltiempo21.com
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